El enojo es una de las emociones más frecuentes y muchas veces desgastante tanto física como mentalmente, aunque no es malo en sí mismo.
Dado que surge como respuesta a algo que se clasifica como negativo, puede servir de disparador de acciones que permitan cambiar aquello que no funciona.
El problema es cuando esta emoción aparece como única respuesta a las dificultades transformándose en algo crónico o, en otros casos, cuando se la utiliza como máscara para ocultar otro tipo de sentimientos. En estas situaciones, el manejo de las emociones puede complicarse y, como resultado, la persona parece vivir enojada cuando en realidad lo que esconde es algún otro sentimiento negativo relacionado con algo no resuelto.