¡Nunca
existe! Se trata de un espacio irreal en los confines de una mente que necesita
escapar a la responsabilidad de crecer y de cambiar, para sumergirse en el único
momento que vale, el "ya mismo".
También se requiere firmeza. El cambio de vida
que deseamos conseguir sólo
puede suceder en un instante de firmeza, acompañado por la responsabilidad necesaria. La
firmeza y la responsabilidad nos permiten liberarnos del sufrimiento, la
ansiedad y la neurosis de un futuro desde el presente, sin imaginarnos
realidades temerosas que nos tiren abajo en un instante,
¿Cómo evitar divagar con
porvenires amenazadores? Sencillo: comprendiendo que la causa de nuestros
problemas no son los demás
ni el mundo de afuera sino la propia mente. Mientras respiremos, la mente vendrá para llevarnos al
pasado o al futuro. ¿Futuro?
Exacto; cuando hay temor, la mente querrá trasladarnos hacia él, con su equipaje de
miedos, dudas, deseos por cumplir, apego a
los resultados, expectativas de esperanza y fantasmas apocalípticos.
El
futuro todavía
no ha ocurrido, por lo tanto es absolutamente irreal. ¿Cuál
es el único
momento con el que contamos? El presente. ¿Y
en cuál
planificamos un futuro? Ahora, en el instante actual. ¿Puedo
cambiar lo que viene o traerlo a mi experiencia? No. La mente lo entiende perfectamente
y sabe que nosotros, convencidos desde el intelecto y el discernimiento, nos
encontramos en condiciones de romper las cadenas que nos mantienen prisioneros
del futuro, para apuntar al divino presente: el único
momento que experimentamos en la tercera dimensión
que habitamos.