Se puede pensar en el sistema de fijación como un piloto automático para los seres humanos. Cuando funciona correctamente, podemos relajarnos y disfrutar del viaje, sabiendo que estamos en buenas manos si algo sale mal. Sin embargo, cuando el sistema falla y se nos deja a nuestros propios dispositivos, la respuesta de lucha o huida entra en acción, y nos volvemos excesivamente alerta y ansioso, para en un momento dado el avión puede venirse abajo.
Cuando los bebés están en peligro, su instinto natural es gritar con la esperanza de recibir la comodidad de sus cuidadores. El grado en que se satisfacen estas necesidades darán forma al estilo de apego desarrollado, que luego se convierte en la plantilla sobre la que proyectamos nuestros apegos interpersonales futuras. Esta plantilla se compone de dos modelos:
1. Un modelo de los otros significativos: la capacidad de respuesta Nuestros cuidadores para nuestras necesidades, en la infancia, establece nuestras expectativas de las personas significativas en la edad adulta, y formas de cómo nos relacionamos con el mundo interpersonal, especialmente en situaciones estresantes o amenazantes.
2. Un modelo del auto: A medida que desarrollamos, mantenemos registro de nuestro éxito en la obtención de suficiente garantía por las figuras de apego ( padres , amigos cercanos, compañeros sentimentales), que da forma a nuestro sistema de creencias sobre el yo en relación con los demás, y en última instancia, la creencia en nuestro valor como una relación de pareja.