Optimistas no se nace, se hace

Pesimista, también. En cualquier caso uno mismo decide, no sin dificultades pero si con total libertad, que es lo que elige para su propia vida.

Usted... ¿qué prefiere?

A continuación desarrollaremos algunas tips, técnicas y consejos útiles:

Evite los pensamientos extremistas. Blanco o negro, todo o nada. 

Este modo de pensar tiene categorías tajantes, sin grises. O es un héroe o es un perdedor. Cualquier pequeño tropiezo favorece la frustración. El perfeccionamiento que se oculta detrás de este razonamiento paraliza la acción e impide ver que es posible aprender incluso de los errores y que ya hay pequeñas cosas que merecen ser reconocida como fuente de bienestar.


Detecte las generalizaciones. A ver tenido una mala experiencia no implica que necesariamente se repetirá en el presente o el futuro, siempre que no siga haciendo lo que lo condujo al fracaso. Revise en que circunstancia tiende a generalizar las vivencias negativas del pasado. Puede ser por problemas con personas, familiares, amigos, aparezca, compañeros de trabajo, o situaciones sociales, fiestas, reuniones laborales, viajes. Una vez que las detecte, pregúntese cual es la evidencia de que volverá a tropezar otra vez con la misma piedra.

Habla un esfuerzo por ver el medio vaso lleno. Si pasa por alto cada evidencia positiva porque, aunque no se dé cuenta, está eligiendo erradicar de su mente todo lo positivo que le traería bienestar y calma mental, y se permite realizar sólo el desecho emocional. Es como un callejón sin salida: Con esa actitud lo único que conseguirá es alimentar el círculo vicioso del pesimismo. 

Haga el esfuerzo consciente de anotar todas las noches dos cosas positivas. Incluida las pequeñas, alguien le dijo algo lindo, el colectivo no se demoró, el clima es agradable. A medida que pasan los días, sintonice las experiencias positivas con aquellas cosas que disfruta y antes pasaba por alto, la música que más le gusta, la compañía de alguien, el sol por la mañana. Con el ejercicio de la que podrá rescatar, progresivamente, momentos del día en los que se sintió a gusto.